4/10/09

Dia 3 (Continuación)

Luego de la batalla a las puertas de la mazmorra, el grupo se encontró con un druida humano y su compañero animal,un lobo. Decía estar buscando los restos de un hermano de su círculo druídico, que se decía pereció ahi adentro hace muchos años. Sin pensarlo demasiado, los aventureros aceptaron cooperar con el hombre, suponiendo que un sirviente de las fuerzas de la Naturaleza nunca está de más. Después de las debidas presentaciones,el grupo cruzó el portal en búsqueda de aventuras.
La primera habitación, que tenía unos siete metros por diez metros, presentaba un habitáculo de dos por dos, separados de la cámara principal por unos barrotes (que, extrañamente, no tenian puerta ni cerradura). En las sombras encontraron el cadaver de un kóbold, el cual atacó a Brizinger, quien se había acercado a registrar el cuerpo. La armadura de la sorprendida elfa le ahorró un feo arañazo que iba dirigido hacia su pecho. Brizinger le propinó un buen golpe con la espada al muerto viviente, dañándolo pero sin destruirlo. El druida demostró su utilidad tempranamente, puesto que ordenó al lobo al instante que ataque a la aberración antinatural que el zombi representaba. El animal entendió perfectamente los mandatos de su amo, y destrozó el cráneo de la criatura de un solo mordisco.
Pasado el susto, revisaron el cuerpo, y encontraron un trío de piedras de trueno, unos artilugios ingeniosos que permiten ensordecer a un grupo de enemigos en batalla. La habitación tenía dos puertas, una que encaraba al oeste y otra en la cara norte. Luego de meditarlo, el pícaro registró la puerta de madera en búsqueda de trampas, sin encontrar nada. El guerrero abrió la puerta, y entraron a una habitación, la cual estaba deshabitada. Las únicas particularidades eran el techo acupulado que poseía, que se alzaba varios metros del suelo, y un enorme bloque de piedra, de una sola pieza, evidentemente utilizado (hacía no mucho) como altar para sacrificios, como la sangre seca que lo cubría demostraba.
Luego se dirigieron a la única salida posible de esta cámara, un ancho portal de recia madera de unos tres metros de ancho. Piel, el guerrero, pateó la puerta, la cual se abrió lentamente, develando un pasillo que unos seis metros mas adelante se bifurcaba hacia el noroeste y el noreste. El pícaro avanzó sigilosamente hacia el pasillo de la derecha. Después de unos segundos, volvió con sus camaradas y les reportó que el tunel seguía varios metros y luego había una puerta. Decidieron ir a por ella. Piel Klemsit, tan ortodoxo como la vez anterior, intentó derribar la puerta de una patada, pero esta resultó ser más resistente, y no cedió ante el intento de abrirla del humano. El estimado jovencito Lunablanca, el pícaro mediano, se encargó del portal de manera más delicada, abriendo la cerradura con sus herramientas. Una vez inutilizada la cerradura, procedieron a entrar.
Se encontraron en una habitación de varios metros, con un techo más bajo que las demás cámaras, y con una mesa destruida en el centro, y con estantes cubriendo todas las paredes. Claramente esto habia sido una cocina en otros tiempos. Lo más inquietante eran dos figuras paradas en el centro de la habitación, dándoles la espalda, totalmente quietos. Turam, el semielfo hechicero, sin poder soportar la escena, llamó a los individuos, quienes ni se inmutaron ante la melodiosa voz de Turam. Esto hizo recorrer una sensación de terror en la espalda de varios de los presentes, y el semielfo musitó maldiciendo su suerte :
-"Muertos vivos."



Brizinger no lo dudó ni un segundo, e invocó los poderes de su deidad élfica para que destruya a las horribles criaturas. Alzando su simbolo sagrado y gritando una orden intentó la expulsión. Las criaturas se dieron vuelta al instante, mostrando rostros antaño humanoides, de humanos, ahora todos demacrados, secos, cortados, y con las miradas glaciales y sin vida. Al ver lo inútil de su intento, la clériga intentó expulsarlos nuevamente, pero los no-muertos no cejaban en sus deseos de mancillar el suelo con su existencia. El guerrero avanzó apresuradamente, golpeando de lleno a la criatura con su espada. El zombi no cambió su expresión de odio ni minimamente. El druida recitó una letanía, y llenó sus manos de energía positiva, la cual es terriblemente dañina para las criaturas no-muertas. Logró descargar su poder en el zombi, el cual ahora aulló de rabia. Luego ordenó al lobo que atacara, pero el animal no pudo dañar realmente a la abominación, había sido un golpe débil. El pícaro habia pasado esos momentos cargando su ballesta, pero al momento de dispararla, esta se trabó, dejándolo perplejo ante su fracaso ofensivo. El hechicero disparó su ballesta también, impactando a uno de los zombis en el pecho, pero no pareció infingir daño alguno, el virote solo quedó clavado ahi. El zombi intentó golpear al lobo y a Piel Klemsit con su garrote, pero el animal era demasiado rápido para sus torpes movimientos, y el escudo del humano era impenetrable. Este mismo zombi cayó rendido ante otro terrible impacto del guerrero, y el otro zombi se vió atacado por todos los flancos, habiendo sufrido un golpe importante también a manos de la elfa.
Después de la batalla, revisaron la sala, pero solo encontraron comida que había sido conservada en algun momento ( y bastante bien, dada la antiguedad del lugar en general), pero que ya había sucumbido ante el paso del tiempo y la putridez. Brizinger, decidida a demostrar su utilidad de cualquier manera posible, tomo una parte de estos alimentos, y con un hechizo los purificó totalmente, devolviendoles su antiguo sabor y aspecto saludable. Sus compañeros se alegraron de esto, ya que no tenían tantos víveres como desearían tener.
Decidieron que por el momento ya era suficiente, y se prepararon para descansar.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario