1/7/10

Día 144 al 156

Una vez levantado campamento, el grupo se dispuso a vendarse las heridas y descansar. A la mitad de la noche, tres figuras se acercaron sin disimular su llegada: era Júnmakin, el vigía del bosque al otro lado de las montañas, un elfo con dos espadas cortas, y un semiorco con un hacha a dos manos.

Júnmakin saludó a su amigo y compañero Thoriom, y luego les presentó al elfo de las espadas y al semiorco. Le explicó al grupo que eran amigos de él buscando curtirse un poco en el mundo, buscando fama, gloria, o fortuna a través de las armas, como la mayoría de los aventureros. Como confiaban en el humano, le dieron la bienvenida al elfo y su compañero, y les explicaron que estaban dirigiéndose al monasterio al norte para terminar de explorarlo en búsqueda de una gema en especial. Pasaron la noche junto al fuego y bajo las copas de los árboles, contándose historias e intercambiando noticias.

Para la mañana siguiente, el grupo partió hacia el complejo subterraneo. Unos días de viaje más tarde, estaban en el portal que separaba al mundo exterior de las profundidades. Se dirigieron a la tumba donde los esqueletos de tres guerreros los habían vapuleado un tiempo atrás. Abrieron la pesada y oxidada puerta de hierro con la vieja llave que Thoriom llevaba encima . Un paso adentro de la cámara, y en las cuencas en los craneos de los óseos guerreros se aparecieron puntos rojos, llenos de ira hacia los vivos. La pelea empezó con los aventureros batallando defensivamente, a diferencia de la última vez. Otra diferencia con la batalla anterior, fue la prescencia del semiorco, que se lució desde el principio del combate, pero que al final, luego de causar muchisimo daño, terminó exhausto y muy herido.

El clérigo lanzó un hechizo de Detectar Magia en los restos y pertenencias de los vencidos esqueletos, pero solo la maza de armas con las ligeras "venas" verdes brillaba, delatando su naturaleza mágica. Durante la batalla notaron que cada vez que el arma los golpeaba, se iluminaba por un momento. El elfo de las espadas se vió muy interesado en este efecto, y hasta se hizo un pequeño corte en la palma de la mano para ver que sucedía: en efecto, en contacto con su sangre, y la de sus compaleñeros de aventuras, la maza brillaba por unos segundos.

Unos momentos después, y un semiorco curado magicamente más tarde, continuaron sus exploraciones por el único camino posible: un pequeño túnel tubular en la habitación de roca viva donde estaban los zombies de kobolds encadenados a los que habían destruido un tiempo atrás. Enviaron al joven que habían contratado en Mence a explorar el tunel. Lo ataron a una cuerda de seda y lo enviaron hacia la oscuridad con una antorcha. Luego de varios segundos, un terrible grito de agonía y dolor desgarró al silencio reinante como una daga a un estómago desnudo. Cobraron la cuerda, la cual estaba quemada en la punta. Sin importarles demasiado lo que había del otro lado, se dispusieron a entrar, arrastrandose, incómodos. El semiorco entró en la habitación, y se vió golpeado por una criatura del tamaño de una oveja pero mucho más larga, con forma de serpiente pero con piel áspera y de aspecto térreo, y donde debería estar la cara, había una punta ardiente, de color rojo, y de la cual salía un vapor o humo. La salida lenta y engorrosa del grupo por el tunel hizo el combate muy dificil, y el semiorco terminó literalmente en llamas y muy herido. Cuando pensaban que todo había llegado a un feliz final, otra de estas criaturas salió de una oscura esquina de la habitación, pero le dieron muerte con rapidez.


En el centro de la pequeña cámara de piedra había un pilar cuadrado de unos dos metros de altura. El pícaro se subió a los hombros de Piel, y pudo ver que en la cara superior había un agujero semiesferico y cuatro pinchos: el lugar claramente se utilizaba para sostener algo redondo en su lugar. Desilucionados por no encontrar nada, decidieron ir al tunel por el que había salido la segunda criatura. El tunel recorría unos escasos tres o cuatro metros y luego terminaba en un agujero en el suelo.

Descendieron por ahí, algunos sufriendo un poco de daño por la caída, pero nada grave. Cuando estaban todos abajo, notaron que estaban en una caverna natural con estalactitas y estalagmitas encolumnando el lugar. El pícaro se puso a registrar el lugar mientras los otros se revisaban los nuevos moretones que la gravedad les había regalado. De repente, de la única salida del lugar, salieron varias flechas silenciosas y un grupo de orcos oscuros, envueltos en sus vestiduras negras, seguidos por un humanoide de piel negra y cabello blanco: un drow, un elfo oscuro. A pesar de haber sido sorprendidos, la pelea empezó bien para los aventureros, pero se fue complicando a medida que más orcos oscuros seguían apareciendo. El semiorco se dirigió al drow al comienzo de la lucha, y con un par de hábiles golpes lo dejó fuera de batalla rapidamente, más tarde sería devuelto al combate con una poción, pero caería nuevamente poco tiempo después. Por tercera vez en un día, el semiorco se encontraba muy herido y al borde de la muerte. Estaban todos muy lastimados, y el clérigo había agotado casi todo su poder mágico. Así y todo, decidieron presionarse un poco más, y siguieron el pasaje por el que habían llegado los orcos y el drow.

Se encontraron con una caverna sin salidas ni entradas, y con unas pequeñas tiendas de campaña. Garaf y el semiorco procedieron a revisar cada una de ellas en búsqueda de algo interesante. Encontraron un cofre que parecía estar hecho de alguna extraña madera negra. Estaba cerrado. Garaf procedió a abrir la cerradura, pero no notó sino hasta el último momento que ésta tenía una trampa. Una onda expansiva de fuego alcanzó al semiorco que, muy estupidamente, estaba parado al lado del pícaro mientras este trabajaba. Garaf logró dar una voltereta hacia atrás rapidamente, aligerando un poco el daño sufrido, pero el brutal guerrero fue consumido por las llamas, y exhaló su ultimo respiro en esa pequeña caverna olvidada, muriendo como vivió: despreocupada y rapidamente.

3 comentarios:

  1. Buena... las historias progresan con el tiempo por lo que veo.

    Que risa lo de atar al explorador ese de mence a una cuerda para ver que los esperaba del otro lado jeje

    Aunque no pudo ver la trampa que el cofre tenia me sorprendio lo de las volteretas del pequeño garaf ^^

    Segui asi con las historias y la aventura DM

    Saludos

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  2. "Que risa lo de atar al explorador ese de mence a una cuerda para ver que los esperaba del otro lado jeje"

    En realidad era un mercenario que habían contratado, no el explorador x)

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  3. este jueves 15 llego a madryn asi que ya podes organizar la pequeña campaña esa que tenias pensado para nosotros... aunque ver al pequeño garaf no me caeria mal
    Los estoy viendo ^^

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